¿LIBERTAD PARA QUE?
- Antonio
- hace 3 horas
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En tiempos donde el mundo se nos presenta al revés, donde el pensamiento neoliberal proclama libertad como si no la tuvieran de sobra, donde el facherío proclama abiertamente que hay dictadura en un medio de comunicación y aquí no pasa nada porque todo, hasta la imbecilidad, está normalizado. Se normaliza que una individua de la catadura moral de Ayuso nos enseñe qué es la libertad, que organizaciones neofascistas nos hablen -a través de sus voceros en redes sociales- de dictadura quienes, por demás, hacen apología del franquismo y del nazismo sin despeinarse, sin que haya la más mínima actuación legal al respecto porque no hay una proscrición. O sea que cualquier mente idiotizada suelta una perorata libremente pero, a su vez, se queja de que no puede decirlo y el personal, en su esplendor borreguil, le aplaude a rabiar. Y esa mente idiotizada es la que o no ha leído historia, algo normal lo de no leer, o simplemente le pagan por decir burrada tras burrada. Y mientras tanto, la extrema derecha en su batalla cultural, va imponiendo su relato ideológico sin que nadie le corte el paso porque es libre para hacer o decir lo que le venga en gana, incluso para utilizar la mentira delictiva como acusar a ONG´s de mala praxis solidaria cuando está quedando demostrado que lo de robar, a esta gentuza (donativos de la DANA en la Comunidad Valenciana) le va como anillo al dedo, va en su estructura genética, les viene de casta. Es la libertad que invocan, es el nuevo concepto del término libertario. Así que voy a intentar centrar el concepto de libertad, su práctica y sus límites, poniendo en el centro la verdadera naturaleza del término y de lo que se invoca cuando lo usamos correctamente y, para ello, me he valido de una frase-pensamiento de Lenin en la que expresaba ¿Libertad para quién? ¿libertad para qué?
Libertad es un término que expresa un anhelo humano ancestral relativo a la ruptura de aquello que te ata interna o externamente. Libertad para amar como te dé la gana y con quien te parezca y cuando te parezca, libertad para crear una obra sea literaria, pictórica, musical, libertad para circular de un territorio a otro sin que nadie tuviese que molestarte preguntando de dónde vienes o a dónde vas, donde no hubiese fronteras ni extranjeros. O sea libertad para ser como el viento y el agua donde migrar no sea un delito ni una sospecha. Libertad para caminar por una calle sin que alguien te acose por ser mujer o tu orientación sexual no sea heteronormativa, libertad para decidir sobre tu cuerpo y, llegado el caso que suele ser extremo, poder acudir a abortar sin que nadie te presione para no hacerlo, libertad para elegir tu forma de muerte sin injerencias éticas ajenas a las tuyas propias, libertad para poder ejercerla sin tutelas ni vigilancias impuestas por subyugaciones tecnológicas donde se ha roto el eslabón de lo libre con la privacidad, con la individualidad, porque vivir bajo un régimen de libertades básicas vigiladas ya deja ser intrínsecamente un espacio seguro. Pero, he aquí la cuestión, debiéramos dejar claro sobre qué parámetros de libertad se está trabajando y sobre cuáles debiera trabajarse.
A día de hoy se está imponiendo la idea que la libertad consiste en que los rentistas en esta sociedad puedan transferir el dinero desde tu bolsillo al de ellos sin control, que los servicios públicos pasen a manos privadas mediante el ahorcamiento económico de los primeros para transferir recursos a las segundas, que un bulo sobre alguien pueda resultar en condena sin prueba alguna contra ese alguien o lo que es igual libertad para mentir impunemente, que se pueda estructurar un chiringuito financiero para montar una estafa piramidal y que no pase nada. Libertad para robar, para organizar cacerías humanas como la de Torre Pacheco, libertad para reivindicar el franquismo o el nazismo impunemente, para cometer crímenes raciales u homófobos, para esparcir odio que es lo que suelen hacer desde algunas plataformas mediáticas determinados pseudoperiodistas, estrimers, youtubers etc. En definitiva, y no sé si lo captas ya, libertad para que quienes tienen poder puedan ejercerlo con mayor impunidad aún sometiendo, aún más, al conjunto de la población que se vuelve más vulnerable ante esta ofensiva. Mientras tanto nos vamos tragando los relatos que esa libertad es ejercer la democracia tanto como que proscribirlos sería atentar contra ella. Esa es la trampa ideológica de lo que viene en llamarse democracia liberal cuyo ciclo se está agotando por fagocitación de las posiciones neofascistas. Es lo que ocurre cuando dejas la ventana abierta a que cualquier ideología basada en lo descrito pueda concurrir sin trabas a un proceso electoral que, por ende, va a resultar amañado, dopado, como se viene comprobando por la financiación irregular de algunos partidos políticos,y qué casualidad todos de derechas. Pero aquí no pasa nada.
Así que si realmente quisiéramos equilibrar el significado del concepto libertad y elevarlo en su más noble significado, habría que responder entonces a la pregunta planteada en el título de este artículo. Y la respuesta no puede, ni debe, ser más contundente y esclarecedora que conllevaría medidas drásticas y que, obviamente, no iban a gustar a los poderes. Pero es que se trata de eso y no de otra cosa. Se trata de poner las cosas en su sitio y equilibrar la balanza por lo que, desde esta perspectiva, nadie puede tener libertad sin que le pase nada para desinformar, mentir, manipular, insultar, hacer apología del racismo, la xenofobia, la homofobia, acosar, perseguir a seres humanos por su condición racial o social. Ninguna organización o persona puede tener cabida en una sociedad -verdaderamente libre- que ejerza violencia sea institucional o no violando derechos humanos básicos, ni siquiera esas que defienden la economía de mercado a costa del sufrimiento de la mayoría social. Esas organizaciones, de cualquier naturaleza, o entes tienen que ser proscritos totalmente, cercenados para que crezca el sentimiento profundo de democracia. Y eso significaría que no pueden ejercer la mal llamada libertad bajo los parámetros descritos ya que la naturaleza esencial de la libertad colectiva está, justamente, en desprenderse de estos elementos indeseables ya sean empresas o empresarios, políticos, jueces, periodistas o militares amantes de los golpes antidemocráticos. Someterse a unas normas de convivencia común bajo el paraguas de los derechos humanos es el punto de partida pero, eso sí, sin subvertir tampoco el concepto derecho humano cuya premisa, asimismo, debe basarse en el concepto de igualdad. Por tanto es aquí donde debiéramos entrar a saco restituyendo los conceptos y las ideas quedando claro que la libertad de la mayoría social pasa por prescindir de la minoría y sin complejo alguno, que la libertad de la mayoría no puede verse segada por proteger los intereses de unos pocos. Esta ecuación es fácil de entender.



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