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LAS ARENAS DE LA TRAICIÓN

  • Antonio
  • hace 6 días
  • 4 Min. de lectura

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Las arenas del desierto se desplazan con el viento, van errantes de un lugar a otro pero sigue siendo desierta su naturaleza. Incluso llegan a lugares más lejanos si los vientos soplan fuertes formándose, una vez toca la Península, las conocidas calimas. Pero las arenas, también, esconden secretos que solo el silencio podría desvelar en una noche calma. Secretos de pactos ocultos, no desvelados, pergeñados de forma siniestra vete tú a saber si en un despacho o en un café tipo Rick de Casablanca aunque, eso sí, sin Bogart a los mandos ni Bergman de testigo.

El día 6 de noviembre de 1975 se consumó la primera parte de las traiciones cometidas contra el pueblo saharui con una puesta en escena conocida como Marcha Verde que, oficialmente, se nos vende como una invasión de Marruecos adentrándose en la provincia española 53 que era la provincia del Sáhara Occidental. Eso no se prepara de la noche a la mañana y sin que nadie del moribundo gobierno dictatorial de Franco supiera nada al respecto, ni siquiera la embajada en Marruecos. Se ve que el franquismo solo veía enemigos internos y se dedicaba a firmar las últimas penas de muerte contra inocentes a los que la fascistona derecha actual siguen justificando. El Sáhara no fue “invadido” por una potencia neocolonial llamada Marruecos, una dictadura monárquica, sino que fue una entrega del testigo de una autoridad colonial llamada España hacia otra llamada Marruecos. Una entrega vergonzosa, sí pero ¿quién estuvo realmente detrás de esa traición a todo un pueblo dejándolo enterrado en las arenas del olvido? ¿un gobierno ya asfixiado y envuelto en sábanas de muerte porque su “ilustre caudillo” iba a morir en breve si no es que lo había hecho aunque nos conste oficialmente el 20-N, o alguien que ya tenía carta libre para ir actuando y que consideraba al monarca tirano de Marruecos, Hassan II, y a su hijo Mohammed VI como un hermano (mayor) porque el de verdad se fue al otro patio con un tiro -dicen que accidental- por obra y gracia suya llamado Juan Carlos I, que por entonces todavía era príncipe?

España, al parecer, estaba en proceso de descolonización de África vistas, también, las circunstancias de presión externa por parte de la ONU así como la resistencia del Frente Polisario que aspiraba, y aspira, a que el Sáhara tenga un Estado soberano, independiente que es la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) pero alguien comenzó a ejercer un poder fáctico haciendo aquello de morir matando. Nos vamos del Sáhara, por imperativo de legalidad internacional, pero no lo vamos a hacer de cualquier manera sino a la nuestra, a la manera cainita que siempre demostraron las élites hispanas y, en concreto, las relacionadas con la dinastía borbónica proveniente de Francia, compuesta sobre todo de intrigantes y corruptos. La Marcha Verde fue una entrega de testigo pero en política hay que preguntarse a cambio de qué. Eso que las élites llaman España no estaba dispuesta a entregar lo que consideraban suyo y desprenderse gratuitamente tampoco, así por las buenas. Por tanto esa operación donde miles de civiles cruzaron hasta territorio saharui no fue más que una puesta en escena orquestada entre dos interlocutores directos como pudieron ser Juan Carlos I, por entonces en un plano discreto aunque emergente, y el tal Hassan II. Yo te entrego el Sáhara, y tú comienzas una nueva ocupación aunque los recursos naturales tengamos que explotarlos a medias. Pero si te creías que aquí quedó todo pues no, porque ese acuerdo no fue más que una entente particular entre dos monarcas para hacer sus negocios particulares utilizando su posición como dueños de los cortijos. Sí, la entrega fue por negocios particulares para favorecer los intereses de ambas casas reales. El Sáhara era, y es, una pieza codiciada de recursos naturales (minería especialmente fosfatos, marinos en especial la pesca y potencial energético) con lo que adentrarse Marruecos en territorio saharui no fue una casualidad ni un capricho al azar porque tuviera un sueño iluminado Hassan II sino porque los “hermanos” compartían un mismo sueño de chorizarle a un pueblo lo que fuera menester, hasta su dignidad. Dos formas de entender la monarquía coincidentes en un mismo fin. La dictatorial de Marruecos y la corrupta de España bajo el barniz democrático. Así que cincuenta años después, y bajo el signo de las mentiras reiteradas, nos siguen vendiendo el relato de una ocupación marroquí sin más cuando, en realidad, fue una operación de compra-venta de un territorio con su gente que quiere ser libre de cualquier potencia colonial, un vestigio pasado que se ve reforzado por un capitalismo bastante decadente como forma de producción. Pero la historia de traiciones ha seguido durante estos 50 años por parte de los sucesivos gobiernos españoles como potencia administradora y que no ha llevado a cabo sus obligaciones éticas para con el pueblo saharui. Se llama falta de voluntad política y sí mucho interés bastardo entre las élites de ambos países, Marruecos y España. El último episodio o hito ocurre en marzo de 2022 cuando el actual Presidente del Gobierno español envía una carta a Mohammed VI reconociendo la propuesta de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental como la “propuesta más seria, creíble y realista” a espaldas, incluso, de sus socios de gobierno y parlamentarios. Fue toda una declaración de intenciones embarrar a todo el mundo con esa actitud. Ese cambio histórico respecto a la autodeterminación del Sahara supone un punto de inflexión en la posición deudora que tiene España con todas sus ex colonias. Su monarquía y sus gobiernos nunca fueron un modelo a seguir, ciertamente, en materia de respeto a los derechos humanos más elementales, en materia de respeto a la dignidad de las personas por mucho golpe de pecho que se den algunas de sus señorías y por mucha historia falseada que nos quieran contar. Solo un gobierno valiente, capaz de no dejarse doblegar por los chantajes de Marruecos probablemente en materia migratoria, retomaría la posición de autodeterminación del Sahara, favorecería su independencia y obligaría a cambiarle el paso a Marruecos como socio estratégico en el Mediterráneo de los intereses del imperialismo yanki. Solo un gobierno valiente y coherente puede ser capaz de reconocer toda la deuda contraída con los pueblos que ha oprimido históricamente, siendo en estos momentos el saharui el paradigma más cercano y visible de todo ello. Una forma de oprimir es olvidar pero la peor de todas puede ser traicionar sus esperanzas

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